¿Desde cuándo y por qué tenemos que estar sometidos a todos los que quieren reírse todo el tiempo y hacer la fiesta?
¿Por qué no extrañar ni el bullicio ni la gente que puebla las calles de las superpobladas ciudades latinoaméricanas es un defecto? No, no extraño nada ni el ruido ni la gente ni la risa. No, no necesito salir a la calle y reírme como tonta para comprobar que estoy viva.
Los españoles me dicen: -Nos aburrimos en Metz. Y yo pienso que me aburre sobre manera escuchar la misma pavada y que soy amargada como el tango o como el mate amargo; simplemente que no necesito ir por el mundo tomando copas o haciendo la fiesta para que mi vida funcione. Mi vida puede funcionar sin la fiesta y sin los tontos que se alborotan porque ya no tienen otra cosa que hacer. Todavía me siento viva de proyectos y ganas, eso no me la da el bullicio sino mis interminables ganas de vivir.

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